Mi juventud que vivo:
Al igual que en la facultad todas las asignaturas convergen en un punto y como en las escenas de una película, que aún distintas se conectan, últimamente las señales que siento quieren que me concentre en mí… dentro de mí.
De serie llevo, el que una y otra vez, me pregunte qué voy a ser de mi misma mañana. Si me estoy confundiendo, si leo lo suficiente, si soy inteligente, si las pequeñas cosas que hago serán algún día importantes. Quiero hacer algo importante. No tengo ni idea de cómo, pero sé que vendrá la inspiración algún día. Veo el caos y el desorden de alrededor y no podré estarme quieta. Sé que no.
Siento empatía por los personajes de ficción, o por los que se basan en historias reales. Conecto con personajes, me proyecto en ellos… y todas ellas, están igual de pérdidas que yo. Escriben. Samantha, Joe, Josie, Carrie, Rory, July, Virginia, Elisabeth… En cambio, me miro en el espejo y aún no creo haber hallado esa conexión conmigo misma.
Sobre mis manos caen libros intimistas, en busca de almas pérdidas. Y caen sin culpa ni intención alguna. En ellos se habla del pasado, de la volatizad, de si el yo se configura por ti mismo o es trabajo de los demás. Modiano y sus reflexiones que en este punto de mis 22, aturden. La vida es efímera y rápida… tanto que hacer, y tanto en lo que pienso mientras me detengo… Siento angustia por unos momentos.
La felicidad queda a un margen de todo este circo, pues la siento mientras juego a ser detective de mi propia sombra.
Mi padre hace poco me envío cierto material bastante útil. Más señales. Aquí adjunto una parte. La razón me lleva a pensar todo lo que he tocado, visto, oído, probado, desde esas instantáneas hasta ahora… todo lo que sin darme cuenta experimenté y me hizo llegar aquí a escribir esto, sería multiplicado por cuatro lo que aún está vacío. Virgen de vida como los artistas frente lienzos en blanco…
Curiosidad, ambición, trabajo, solidaridad, perfección, intenciones, preocupación, felicidad.
Mi juventud perdida: