Amanece...
Todo es azul, me daña la luz intensa, siento un pequeño temblor bajo mis pies, es un estruendo la causa, pero el choque de las olas con el barco, conviérte mi balanceo en una constante. No se bien donde estoy; bajo la mirada y veo tanta gente... Puedo apreciar el nerviosismo en sus caras. El ambiente está cargado y las miradas perdidas. Respiro profundamente y es ese olor... mar, azmizcle, polvo, calor y el exotismo propio de la raza, de mi tierra. Un fuerte tirón y bajo la cabeza.
- Mamá, quiero sentarme.
Mi pequeña... sin duda nos vamos ya, en unos minutos habré abandonado mi Melilla para siempre, para no volver jamás. Esas tres palabras provocaron un escalofrío en mi piel al recordar como las pronunciaba anoche la vieja que leyo mis manos y me echó las cartas.
- Coje a tu hermano y siéntate en el carro con él.
- Quiero que me cojas...
- Pili, no ves que con Esperanza en los brazon no puedo...
- Vale.
Nos toca descender, abondanar la cubierta y el mar con ella. Un último vistazo hacia atrás, a la esencia de mis hijas mayores y hermanas. Miro mi palma y humedecida por una lágrima empujo el carrito. Tengo que encontrarle...
Todo es azul, me daña la luz intensa, siento un pequeño temblor bajo mis pies, es un estruendo la causa, pero el choque de las olas con el barco, conviérte mi balanceo en una constante. No se bien donde estoy; bajo la mirada y veo tanta gente... Puedo apreciar el nerviosismo en sus caras. El ambiente está cargado y las miradas perdidas. Respiro profundamente y es ese olor... mar, azmizcle, polvo, calor y el exotismo propio de la raza, de mi tierra. Un fuerte tirón y bajo la cabeza.
- Mamá, quiero sentarme.
Mi pequeña... sin duda nos vamos ya, en unos minutos habré abandonado mi Melilla para siempre, para no volver jamás. Esas tres palabras provocaron un escalofrío en mi piel al recordar como las pronunciaba anoche la vieja que leyo mis manos y me echó las cartas.
- Coje a tu hermano y siéntate en el carro con él.
- Quiero que me cojas...
- Pili, no ves que con Esperanza en los brazon no puedo...
- Vale.
Nos toca descender, abondanar la cubierta y el mar con ella. Un último vistazo hacia atrás, a la esencia de mis hijas mayores y hermanas. Miro mi palma y humedecida por una lágrima empujo el carrito. Tengo que encontrarle...
1 comentario:
Me gusta tu forma de relatar. Esa historia quiero verla terminada. Creo que ya te dije que me gustan mucho las historias de gente que ha vivido la guerra, alguna vez te contaré yo alguna, ¿vale?
Un besito. Tu amigo escritor. :)
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