Existen varios tipos de ideas. Unas, tienen forma de bombilla; otras, aparecen silenciosas y o bien, no crecen y terminan por desaparecer igual de sigilosas, o se desarrollan dentro de nosotros anclándose en lo más profundo de nuestro ser.
Estas últimas ideas pueden ser muy peligrosas porque sobre ellas iremos construyendo nuestro pequeño mundo. Ideas en forma de metas, la personalidad de cada uno, o incluso diferentes percepciones sobre otras personas.
Cuando todo va de acorde con nuestra idea experimentamos el placer de saber que todo va bien, que todo es ideal. Y en caso de no ser así, sentimos que hemos fracasado y que todos nuestros cimientos, en algunos casos, edificios ya con jardín y piscina, se empiezan a desplomar.
También en ocasiones, cansados de pensar, seguimos adelante, arriesgamos, huimos, intentamos ir al grano, pero de nuevo, exhaustos en cierto km, en ciertas áreas de descanso, nos sentamos, nos detenemos pensar y a hablar con nosotros mismos para aclararnos y poner nuestras ideas en orden.
Mi km es el 17. Nunca paso de ese número porque la idea de mi persona y la idea de la tuya, convergen. Es como si no salieras nunca de mi vida, aunque no sea tu turno, aunque ni yo misma quiera que dejes de existir. Yo solo… cierro los ojos y camino sobre los segundos, los minutos y las horas cruzando cualquier espacio… y abro los ojos en ese km, porque allí estás tú, mi idea de ti. Vivo en dos mundos diferentes, donde mis emociones y mis razonamientos confluyen para convertirse en locura de mis propias ideas. Y allí, sentada yo para unir sentimiento con pensamiento, aunque me lleve toda una eternidad hacerlo… nunca resuelvo el enigma. Sólo entonces me levanto sin orden alguno y continúo caminando.
Me gusta andar despacio aunque sea con los ojos cerrados, una señal que entiendo como que antes de llegar hasta ti estoy cómoda con lo que encuentro, me doy más opciones y quizá un día encuentre algún sendero antes del km 17 por el que me desvíe. Quizá lo tome si presiento que esta idea de ti, que ya empezó a construirse hace tantos años, se derrumba.
Pero si por desear fuese, me gustaría confiar en mis propias ideas, en esta idea mía y a la vez tuya para andar con los ojos bien abiertos y disfrutar de los colores que hay entre nosotros y el punto donde allí amigo mío, siempre me esperas.
Estas últimas ideas pueden ser muy peligrosas porque sobre ellas iremos construyendo nuestro pequeño mundo. Ideas en forma de metas, la personalidad de cada uno, o incluso diferentes percepciones sobre otras personas.
Cuando todo va de acorde con nuestra idea experimentamos el placer de saber que todo va bien, que todo es ideal. Y en caso de no ser así, sentimos que hemos fracasado y que todos nuestros cimientos, en algunos casos, edificios ya con jardín y piscina, se empiezan a desplomar.
También en ocasiones, cansados de pensar, seguimos adelante, arriesgamos, huimos, intentamos ir al grano, pero de nuevo, exhaustos en cierto km, en ciertas áreas de descanso, nos sentamos, nos detenemos pensar y a hablar con nosotros mismos para aclararnos y poner nuestras ideas en orden.
Mi km es el 17. Nunca paso de ese número porque la idea de mi persona y la idea de la tuya, convergen. Es como si no salieras nunca de mi vida, aunque no sea tu turno, aunque ni yo misma quiera que dejes de existir. Yo solo… cierro los ojos y camino sobre los segundos, los minutos y las horas cruzando cualquier espacio… y abro los ojos en ese km, porque allí estás tú, mi idea de ti. Vivo en dos mundos diferentes, donde mis emociones y mis razonamientos confluyen para convertirse en locura de mis propias ideas. Y allí, sentada yo para unir sentimiento con pensamiento, aunque me lleve toda una eternidad hacerlo… nunca resuelvo el enigma. Sólo entonces me levanto sin orden alguno y continúo caminando.
Me gusta andar despacio aunque sea con los ojos cerrados, una señal que entiendo como que antes de llegar hasta ti estoy cómoda con lo que encuentro, me doy más opciones y quizá un día encuentre algún sendero antes del km 17 por el que me desvíe. Quizá lo tome si presiento que esta idea de ti, que ya empezó a construirse hace tantos años, se derrumba.
Pero si por desear fuese, me gustaría confiar en mis propias ideas, en esta idea mía y a la vez tuya para andar con los ojos bien abiertos y disfrutar de los colores que hay entre nosotros y el punto donde allí amigo mío, siempre me esperas.