sábado, 11 de septiembre de 2010

Quiero ser arquitecta

Mi madre una vez me regalo un puzzle en tres dimensiones. Era ese majestuoso edificio que se encuentra en la recóndita para nosotros, India. Tardé meses en construirlo, pero nunca me sentí tan satisfecha como cuando le encontré un sentido, una única perspectiva, tres posibles caminos encauzados por mis manos en uno sólo.

A medida que la vida avanza, veo evidente una unificación futura de todos mis deseos y aspiraciones. Veo que las piezas terminarán encajando porque de eso ya me estoy encargando ahora. Cuando era una niña no sabía que el Taj Mahal sería una pequeña metáfora de las proyecciones de mi misma.

Ahora recuerdo y de nuevo estoy en ese punto tan estresante, en el cual todas las piezas te parecen iguales. Sería capaz de ponerlas unas sobre otras, sustituirlas, descartar aleatoriamente algunas que en el fondo se que son claves. Sería capaz de rendirme, taparlas todas con un pañuelo y esconderlas bajo la cama para que el tiempo pasase de largo, ganando la batalla.

¡Pero qué va! No. No sería capaz de nada de eso… recuerdo estar horas y horas buscándoles un espacio, un sentido. Definitivamente no. La impaciencia que me define me puede y sólo hay algo que hace que no mate mi tiempo matando mi tiempo y es encargarme de puzles más pequeños, monumentos menos majestuosos, incluso ayudando a otros con sus particulares construcciones.

Yo de mayor quiero ser una gran arquitecta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Amén!

Jesús V.S. dijo...

Yo de pequeño sí quería ser arquitecto, de verdad.

;)

Me gusta la metáfora. Besos.