Incapacitada. Creo que soy incapaz de olvidarte, a ti que en tu existencia no tenías definición real, sólo mi ilusión y los nervios que bajo tu presencia tambaleaban. Creo que un día te inventé usando tu nombre y tu figura; alimentando mis acciones de casualidades, magia cómo la llamábamos…
¿Acaso no es ingenuo imaginar y vivir imaginando dentro de esa isla? Perdí la noción de las horas en que mis pensamientos iban a reunirse contigo para dejar de ser pensamientos, solo palabras inconexas. Nunca encontré el número exacto de veces que en la oscuridad de la noche leía tus palabras y una por una las encajaba en el rompecabezas de tu existencia. Descartes argumentaba que las cosas no existen, sólo las ideas de ellas. Sin idea, no hay nada. Tú eres mi idea. Lágrimas sin color, lágrimas de amor que sin llegar a ser amor derramé, porque aunque loca parezca, te amé como dos lo harían aún quedándonos en el uno y medio y la intención.
No quiero escribirte porque me avergüenza tu recuerdo. Te quiero y me castigo por ello. Yo te inventé… y no puedo deshacerme de tu espectro. Así, pluma en mano desafío a mi corazón, que ocupado busca consuelo en estas palabras. Mi corazón que hoy ama al paso, dejando el galope paso a paso en el pasado.
Encontré la paz de un sentimiento sincero, nacido de la mejor de las intenciones…, pero sentada entre cojines de plumas blancas pienso en correr y tirarme a un suelo frío y duro… un futuro que creí escrito y que aún dudo si se quemó en la hoguera de destinos errantes. No es cobardía sino cordura lo que me hace seguir sentada entre las plumas blancas que mencioné, refiriéndome con ellas al amor que de ti recibo. Tú que lejos de ser idea, te puedo besar, sentir el calor de tus manos que de memoria conocen mi textura… tú que me esperas. Tú y yo, el dos. Sé que soy capaz de amarte. A través del espejo la realidad adquiere colores sin grises y melodías que nunca por mi fueron pensadas.
… y quizá también me inventaste, y quizá siempre me conociste, en tus sueños…
¿Acaso no es ingenuo imaginar y vivir imaginando dentro de esa isla? Perdí la noción de las horas en que mis pensamientos iban a reunirse contigo para dejar de ser pensamientos, solo palabras inconexas. Nunca encontré el número exacto de veces que en la oscuridad de la noche leía tus palabras y una por una las encajaba en el rompecabezas de tu existencia. Descartes argumentaba que las cosas no existen, sólo las ideas de ellas. Sin idea, no hay nada. Tú eres mi idea. Lágrimas sin color, lágrimas de amor que sin llegar a ser amor derramé, porque aunque loca parezca, te amé como dos lo harían aún quedándonos en el uno y medio y la intención.
No quiero escribirte porque me avergüenza tu recuerdo. Te quiero y me castigo por ello. Yo te inventé… y no puedo deshacerme de tu espectro. Así, pluma en mano desafío a mi corazón, que ocupado busca consuelo en estas palabras. Mi corazón que hoy ama al paso, dejando el galope paso a paso en el pasado.
Encontré la paz de un sentimiento sincero, nacido de la mejor de las intenciones…, pero sentada entre cojines de plumas blancas pienso en correr y tirarme a un suelo frío y duro… un futuro que creí escrito y que aún dudo si se quemó en la hoguera de destinos errantes. No es cobardía sino cordura lo que me hace seguir sentada entre las plumas blancas que mencioné, refiriéndome con ellas al amor que de ti recibo. Tú que lejos de ser idea, te puedo besar, sentir el calor de tus manos que de memoria conocen mi textura… tú que me esperas. Tú y yo, el dos. Sé que soy capaz de amarte. A través del espejo la realidad adquiere colores sin grises y melodías que nunca por mi fueron pensadas.
… y quizá también me inventaste, y quizá siempre me conociste, en tus sueños…
2 comentarios:
Casi hablas del mito de Pigmalión, del amar a la creación perfecta que una/uno hace. ¿Incapacitada? No. Y la batidora-tu cerebro-no para: Me me quitte pas, calling you...
Sigue escribiendo...
Muy bonito. Totalmente de acuerdo, sigue escribiendo. =)
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