sábado, 27 de diciembre de 2008

Secretos

Desde que somos pequeños guardar un secreto se convierte en una ardua tarea, lo transformamos mentalmente en un reto por el cual hay que sufrir mordiéndose la lengua-a quién lo tome literal-.

En la adolescencia todo es diferente, los secretos generan vínculos, crean amor y amistad. Son esa prueba que toda amiga hace de manera involuntaria para ver nacer la confianza en la otra persona.

Mi baúl también los contiene, pero esos ya son otros, los personales que quedan entre el mimbre, yo y las horas que permanecemos a solas...

Secretos a voces, secretos de almohada, los secretos y sus canciones, los secretos que van a la tumba y los disfrazados de promesas que van al cielo. Ellos son así, lejanos al querer comunicar, empeñados en fortalecer las relaciones.

Conocí a un abuelito que tenía un secreto, que solo sabía su querida esposa. Un deseo. Ella decidió concederselo por Nochebuena, llevando su plan en silencio. Cuando éste se rompió, el deseo se cumplió y el secreto se tradujo en cuento.

Al oir la historia lloré y el abuelo lloró. Ese día era mi Nochebuena, era mi abuelo, y sentí la Navidad llegar. Decidí entonces hacerla secreto para que fuera más especial. Decidí compartirlo esa misma noche para que no solo fuera mi secreto. Decidí que los secretos unen. Decidí que tenía que escribir sobre esto.

2 comentarios:

Jesús V.S. dijo...

Los únicos secretos que son secretos de verdad, son los de almohada, pues nunca jamás salen de ese círculo.

Este, al publicarlo aquí, se habrá convertido en un secreto a voces, imagino, ¿no? ;)

Un besito María. :)

EL SUEÑO DE GENJI dijo...

!Por supuesto que los secretos unen¡. Ese secreto compartido, escondido, mantenido con una simple mirada de complicidad, entre las personas que lo mantienen.

Bonitos recuerdos me trae tu post, recuerdos también de mi abuelo, de mis abuelos. De una infancia sinceramente feliz.

Besos y un millón de abrazos.