lunes, 24 de noviembre de 2008

La imortalidad de lo perfecto

Todo es oro, suelos, columnas, todo el aposento. Mis manos, bronceadas y bañadas en polvo dorado, polvo en mis palmas que acompañan a un rostro que no reconozco y sí... yo te soñé, pensé. Mis ojos rodeados de kohol hasta la sien y una gran peluca de trenzas pefectas caían sobre mis hombros. Lapislázuli y amatistas decoraban la pechera y el faldellín que poco cubría un cuerpo estrecho y sinuoso. Un cuerpo que no era solo mío, sino de un Dios al que no conocí pero a quién le debo mi divina vida, pues soy su Personificación en esta tierra que dirige el mundo.
Entonces mis hombros pesaron y me sentí abrumadoramente cansada, pues era Rey, era Dios.
Paseando entre incienso de mirra vi un reflejo de templos, monumentos que alcé hasta que casi tocaron el cielo siendo en sí mismos hetéreos como mi persona; vi la paz que traje a un pueblo necesitado de amor y consuelo; vi a mi delicada y perfecta hija, fruto de Mi, de Ti, que Soy Tú yo en este Egipto Santo; vi a mi único amor que yace hoy aquí a mi lado, él, quién recibe la totalidad de mis oraciones; y también te vi a ti. Tú, traidor, líquido que abrasas mi garganta y que ahora te manifiestas cual lágrima que borra la perfección de mi rostro, para dibujarle a la muerte un surco por el que dirigirse a mi alma...
Pero sabes- y ya pensando en alta voz- que aún mientras pese mi corazón ante Seth, y confirme que Yo, Hija de Amón, soy imortal, tú mirarás en Egipto mi reflejo pues en él viviré hasta el fin de los tiempos...
Y bebo, bebo y muero. Cierro los ojos, oscuro. Es oscuro. Abro los ojos y veo. Te veo. Eres tú, Princesa, la única Reina que a través de mi cuento, lejos de ser onírica, perduraste en el tiempo.

2 comentarios:

S. Vigara dijo...

menuda influencia de nuestras amigas egipcias!

;-)

Jesús V.S. dijo...

Sí. Con sólo leer la primera frase pensé que seguramente se tratase de Egipto.

Me gusta.


Un beso!! :)